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Las DEPURADORAS ya no son lo que eran

16/10/2016

Las DEPURADORAS ya no son lo que eran


Lorenzo Correa Lloreda

Lorenzo Correa Lloreda

  • Autor del proyecto FUTURODELAGUA.COM
  • Executive & Life Coach por la Escuela Europea de Coaching (2011)
  • Master en Coaching con PNL por la AEPNL (2010)
  • Practitioner en Programación Neuro Lingüística (PNL), por la Asociación Española de PNL (2008)
  • Post grado en dirección y gestión ambiental, por la Fundación Abat Oliba (1998)
  • Ingeniero Civil, por la Universidad Politécnica de Madrid (1980)

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Hoy en día, ya nada es lo que era: todo lo que se puede tocar, pensar  o grafiar cambia de forma, de idea o de diseño porque la creatividad humana no tiene límite. Y claro, estos cambios continuos también estás presentes en el sector del tratamiento de las aguas residuales.
 
Son cambios que “se oyen”: por eso el discurso del saneamiento imperante está protagonizado más por el concepto de “valorización” que por el de “tratamiento” en este sector. Por ello, en el futuro, el producto de una depuradora ya no será “agua tratada” sino “recurso valorizado”.
 
También “se ven”: lo visual también está cambiando vertiginosamente, como demuestra el cada vez más cuidado diseño arquitectónico (para adecuarlos al entorno), de los edificios que alojan los equipos de las plantas depuradoras y las cubiertas y tejados verdes, antes solo funcionales, ahora también atractivos e integrados en el paisaje.
 
Y “se sienten”: El olor que envuelve a una depuradora, muy acusado en las inmediaciones de los decantadores y depósitos, está lejos de ser el hedor del agua estancada de ayer.
 
Ver, oír, sentir (oler, tocar, probar), es la única manera que tenemos los seres humanos de volver a representar en nuestra pantalla mental  interna lo que experimentamos en el exterior. La relación directa entre nuestros sentidos externos  y lo  que sentimos internamente, es la clave de la seducción. Si la realidad creada en la pantalla mental es placentera, nos gustará lo que hay fuera, nos seducirá. De ahí la importancia, también, del aspecto formal de los cambios para logar esa necesaria seducción tan importante para “vender” el producto sea el que sea, también el del tratamiento de las aguas residuales.
 
Y los métodos de trabajo también son muy diferentes a los tradicionales como demuestran los avances realizados en la selección de bacterias (una buena elección divide por dos o tres el tiempo de residencia de las aguas residuales en los depósitos), mejorando la calidad de los vertidos.
 
Los objetivos de la normativa europea exigen una reducción del 20% en las emisiones de CO2 y del consumo de energía y producir al menos el 20% de energía renovable. En este sentido, los lodos resultantes del tratamiento en planta ya no son algo que hay que eliminar  y no se sabe cómo. El biogás generado por ellos, genera calor. Y no hay manera más sencilla de producir energía que recuperar el calor. Así se produce gas mediante la metanización de los lodos: en algunos casos, se inyecta el biogás en la red eléctrica y en otros, el biogás del digestor se consume “in situ”, utilizándolo como carburante para camiones. Así se espera que en el año 2018 se multiplique por 4 la producción de biometano, mediante la codigestión de lodos y residuos, recuperando el calor en las aguas tratadas  y reduciendo así el impacto energético de las plantaa. En otras depuradoras, se recupera el calor de las aguas ya depuradas que salen de la planta de tratamiento, enviando agua caliente a los depósitos del centro náutico vecino, ahorrando decenas de miles de euros .
 
La codigestión forma ya parte del futuro del agua, sobre todo en la infinidad de pequeñas depuradoras que tratan un reducido volumen de lodos, como también lo es la cogeneración (conversión de biogás en electricidad).
 
Es un cambio de paradigma, que cae dentro del ámbito de la economía circular. Hoy en día nuestra economía de mercado se basa principalmente en un consumo lineal de recursos según un modelo del tipo «extraer-fabricar-consumir-tirar». A pesar de los esfuerzos para reducir los impactos ambientales y aumentar el reciclado, este modelo no es sostenible a largo plazo, dado el crecimiento previsto de la población mundial —en especial de las clases medias—, el urbanismo y la escasez de recursos existente. La prognosis de la existencia de materias primas y recursos prevé su agotamiento al final de este siglo, o por lo menos, fuertes tensiones en los próximos 20 años.
 
Frente a estos desafíos, la Comisión Europea adoptó el pasado 2 de diciembre un nuevo paquete de sobre economía circular a fin de estimular la transición de Europa hacia una economía circular cuyo objetivo final es establecer un sistema productivo y de consumo eficiente en el uso de los recursos y donde éstos son utilizados una y otra vez. En la práctica ya se han movilizado tanto los actores públicos como privados: las empresas prevén este cambio a través del trabajo en materia de contratación, diseño de productos, servicios ofrecidos, algunas incluso contemplan un cambio en el modelo de negocio; las regiones y municipios, a su vez, se comprometen a hacer de la economía circular una herramienta que facilite el desarrollo territorial, en el marco de la creación de empleo local y no deslocalizable.
 
Aplicando estas nuevas tendencias al caso que nos ocupa, con los ingresos generados procedentes de la venta o la producción de energía de las depuradoras, los municipios que gestionan las depuradoras mejoran su gestión económica, lo que repercutirá en una reducción del precio del agua.

 

¿Y la reutilización de las aguas depuradas?

 
Esencial, of course, porque su objetivo no es sólo dotar de recursos a territorios que no disponen de ellos, sino también preservar el medio natural de los vertidos. Por eso regar con aguas depuradas es ya bastante habitual en las regiones agrícolas más necesitadas de recurso de la cuenca mediterránea francesa. Así se revalorizan las aguas residuales una vez tratadas, aunque la eterna pelea contra una legislación sanitaria restrictiva no permite todavía que estas técnicas alcancen su velocidad de crucero. Por supuesto no es lo mismo regar cultivos, viñedos, zonas verdes o campos de golf con agua depurada que usarla una hidrolimpiadora en una ciudad densamente poblada, pues el riesgo sanitario para la población sería mucho mayor que en el despoblado medio rural.
 
El futuro comienza evitando la contaminación desde aguas arriba, desde el origen del camino del agua. Se puede reutilizar el agua de la lluvia para el lavado de la ropa, el riego o el inodoro, separando redes en el uso doméstico y generando una exclusiva de agua de lluvia para uso doméstico. La renovación de las redes de captación y transporte es un desafío enorme.
 
Pero también se trabaja duro en conseguir recuperar el nitrógeno y fósforo de las aguas residuales, aspecto de gran importancia para el mercado agrícola. Es esencial, porque las minas de fósforo en Marruecos e Israel se han agotado.
 
Y en la extracción de microplásticos, otra actividad muy prometedora.
 
Tratamiento y reutilización del agua, reducción del consumo, producción de energía autóctona... el sector de saneamiento se reinventa.
 
Es un sector clave del futuro del agua.
 
Lorenzo Correa Lloreda
 
 

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Comentarios Publicar comentario
17/10/2016
Laura escribió:
Muy interesante con vista a un futuro prometedor.