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Investigadores desarrollan un módulo móvil para tratamiento de efluentes industriales mediante ozonización in situ


17/07/2018

I+D+i
Investigadores desarrollan un módulo móvil para tratamiento de efluentes industriales mediante ozonización in situ

 

  • Se trata de un sistema de bajo costo que busca reducir el nivel de contaminación en industrias que utilizan materia orgánica como principal insumo
  • Resulta beneficioso tanto para el marco legal local como para los compromisos firmados con organismos internacionales, de los cuales Argentina es estado miembro
 
Las disposiciones de la Agenda 2030 son claras. Establecidas por la Organización de las Naciones Unidas y plasmadas en los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible en 2016, tienen como meta promover la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Si bien no hay un marco jurídico que las regule, cada país asume el compromiso de ponerlas en práctica.

Algunos de esos objetivos –que contemplan múltiples temáticas ambientales– están orientados a garantizar modalidades de consumo y producción sustentables y a bregar por un agua libre de impurezas. Dentro de estas dos premisas se enmarca un proyecto de la Universidad de Flores, que tiene como propósito reducir el nivel de contaminación industrial a través de un módulo móvil de bajo costo.
 
La particularidad de este dispositivo es que se nutre de ozono, lo cual aliviaría considerablemente el bolsillo de la empresa o industria que lo utilice.

“La ozonización es un proceso de purificación de aguas o efluentes que provienen de aquellas industrias que tienen materia orgánica o componentes biológicos como principal insumo”, explica Graciela Pozzer, licenciada en Ciencias Ambientales y directora del Departamento de Actividades Interdisciplinarias de UFLO, área a cargo de la iniciativa, compuesta por ingenieros, bioquímicos y especialistas ambientales. “Cuando se utiliza esa materia orgánica, se disuelve en agua y se transforma en residuos biodegradables. Estos tienen una gran capacidad de consumir oxígeno para biodegradarse. Así se puede arribar a la putrefacción, lo que conlleva olores y reduce la disponibilidad de agua para ése y otros usos”.

Los residuos provenientes de sangre, suero, leche, harina, frutas o jabón se transforman en efluentes junto con el agua resultante de procesos de lavado de herramientas o cubetas y van a parar a lagunas de estabilización. Este líquido puede filtrarse a través de las capas del suelo y llegar a napas subterráneas o contaminar cuerpos de aguas superficiales. Se trata, en definitiva, de volúmenes de agua que no se pueden aprovechar dado que están contaminados.

“A la empresa le cuesta muchísimo dinero esta cantidad de agua que capta y la vuelve inutilizable”, señala Pozzer. “Si quiere evitar eso, tiene que hacer un enorme gasto instalando una planta de tratamiento, que es lo que la autoridad de aplicación exige. Debe estar ubicada al final del proceso industrial, antes de que el efluente llegue al ambiente, y no sólo es muy costosa, sino que también tiene que ser operada por personal calificado que controle. Se deben tomar muestras que coincidan con los parámetros físico-químicos y biológicos que rigen en la legislación vigente. Una vez que pasa por esa planta, el agua debería ser limpia y hasta potable”.

Una alternativa de bajo costo

El dispositivo diseñado por el equipo de UFLO utiliza al oxigeno atmosférico (O2) como principal insumo. Este gas se transforma en ozono (O3), con una considerable capacidad de oxidación: al estar formado por tres átomos de oxígeno, uno de ellos se vuelve muy inestable, con alto poder oxidativo. De esta manera, resulta muy fácil tomar oxígeno del aire a través de la corriente eléctrica y transformarlo en ozono.

“Una vez que esa molécula de ozono está dentro de nuestro módulo –detalla Graciela Pozzer–, pasa el efluente por allí y este átomo de oxígeno lo oxida y lo vuelve menos o no contaminante. La idea del módulo, al ser móvil, es que pueda colocarse en cualquier parte del proceso industrial. Es muy versátil, se puede adaptar en ubicación, tamaño y capacidad volumétrica de acuerdo a los requerimientos de quien lo solicite”.

Existen procesos de ozonización que utilizan agua oxigenada, pero resulta un insumo caro, porque además requiere radiación UV y Ozono como insumo a adquirir. “Nuestro emprendimiento resulta mucho más accesible porque se toma el oxígeno del aire, que es gratis, y a temperatura ambiente”, amplía la especialista.
 
“Lo tomamos a través de un colector de gases, se transforma en ozono dentro del ozonizador y hace pasar el efluente por ahí. Es un sistema que se conoce como Venturi. Lo que tiene de innovador nuestro producto es reordenar esos recursos ya existentes, aplicarlos a esta necesidad y sin ningún costo de insumos materiales, al utilizar el aire que estamos respirando. Y además es móvil: cualquiera lo puede colocar dentro de la etapa de la cadena productiva que considere necesario. Una vez que quien lo usa esté familiarizado, no necesita tener un personal con sueldo para que le venga a operar la planta de tratamientos. Se puede controlar una vez por día”.

Primeros testeos y normas a tener en cuenta

Los expertos realizaron sus primeros ensayos en la fábrica de helados Abuela Goye y el frigorífico Golden Quail, en la provincia de Buenos Aires, que habían recibido denuncias por la calidad de efluentes arrojados.
 
Los resultados fueron exitosos: la implementación del dispositivo logró reducir la DBO (demanda biológica de oxígeno), que es el principal parámetro que controla la autoridad de aplicación. Los microorganismos que descontaminan la materia orgánica demandan oxígeno biológicamente, se los inactiva y de esa manera disminuye la DBO.

“La DBO siempre va a depender del volumen y la calidad del efluente que genera la empresa. Se toman muestras, se analizan en laboratorios y se mide la DBO antes de pasar por el ozonizador y después de que sale del tratamiento. Lo deseable es que no supere los 50 mg. por litro. Si mide más que eso los van a sancionar de acuerdo a cuánto se excedan: les pueden aplicar una multa, una clausura y una orden para instalar una planta”, explica Pozzer.

Existe un marco legal a nivel nacional que responde a aquellos compromisos que nuestro país firmó con organismos internacionales, aunque cada provincia cuenta con su propia legislación: “Las industrias en Tucumán por ejemplo, producen efluentes con una altísima DBO por sus residuos de caña de azúcar, o las de Río Negro, con los jugos de fruta, pero en ninguna de ellas el parámetro exigido, la DBO, es mayor que el exigido por la legislación nacional”, precisa la especialista.

Según Pozzer, “las industrias, en general, tienden a no respetar los parámetros en efluentes, por los costos que les genera la construcción, puesta en marcha y operación de la planta de tratamiento. Entonces, se tiende a contaminar mientras la autoridad de aplicación no ve o no alcanza a controlar y vuelcan el efluente sin tratar a un cuerpo de agua, como sucede en el Riachuelo. En la provincia de Buenos Aires, las leyes 11.459, que exige evaluación de impacto ambiental y otros requisitos, y 11.723, exigen parámetros que se van fortaleciendo con distintas resoluciones. Los procesos avanzados de ozonización buscan la destrucción de contaminantes y no su mera transformación en otros, como sucede con los lodos resultantes de ciertos tratamientos. Los beneficios ambientales se valoran por el método del costo evitado: son eficaces, económicamente viables y ecológicamente sostenibles”.
 

Fuente argentinainvestiga.edu.ar


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